Que no existe mayor preocupación de futuro que la de saber mi futuro con otra persona
de la que estoy enamorado es algo que todos tenemos que experimentar. Obsesión
que aturde, y que nos lanza a mil divagaciones. Que sea fuente de anhelos y
poemas nos muestra la potencia de este querer.
Ya dice el poeta que,
Cuando la noche llega sobre el mar a la isla
sales del laberinto, del
templo resonante.
Se encienden en las salas las lámparas de cobre.
El
incienso lo lleva la brisa a los jardines.
Los sótanos entierran músicas y
oraciones.
Mujer, mujer, en ti todo el ocaso es fruto.
De penumbra y de
pájaro están hechos tus ojos.
Puros y firmes son tus muslos: son
columnas.
Sales, paseas, dejas un velo entre las flores.
En la loma te
quedas mirando el mar violáceo
que se repliega exhausto, colmado,
conmovido.
Tus dos labios sonámbulos adivinan la noche,
ponen cerco de
carne a la redonda luna.
Mujer, mujer, preguntas encierra el
corazón,
¿Dónde encontrar palabras para escribir tu historia?
¿Con qué
alucinaciones construiré mis versos?
Diosa o mujer, te miro y te pierdo para
siempre.
Antonio Colinas